domingo, 7 de septiembre de 2014

LA MUJER Y LA IGLESIA (1ª parte)

Texto: Verónica Lebrument García


El reciente libro "Cásate y sé sumisa" ejemplifica la actitud patriarcal aún presente en la iglesia católica
Antes de la entrada de la iglesia católica en algunas sociedades se daba el matriarcado, donde los lazos genealógicos seguían el linaje materno (matrilineal). La autoridad, el derecho y la riqueza estaban en manos de las mujeres, las cuales transmitían ese poder a sus hijas.

En otras sociedades como la celta, las mujeres gozaban de una igualdad total con respecto a los hombres en la educación y derechos. Las mujeres no eran propiedad de los hombres, tenían igualdad plena con los bienes comunes, ninguno podía vender ninguna propiedad sin el consentimiento del otro.

Todo esto cambió al ser conquistados y la fe cristiana se implantó como la religión verdadera.

En el cristianismo la iglesia presenta a la mujer como un ser inferior intelectual y moralmente, relegándola al ámbito del hogar donde se tiene que dedicar a hacer la vida más fácil al hombre, satisfacer sus deseos y cuidad de los hijos. Tratando al hombre como un ser superior.

La iglesia católica considera a la mujer la causante de todos los males que padecemos, empezando con el personaje de Eva, culpándola del pecado original.
La sociedad patriarcal que defendió y sigue defendiendo la iglesia actualmente sigue manteniendo estos mismos roles.
No tenían (ni tienen según ellos) derecho a la misma educación que el hombre debido a esa inferioridad.

Tales ideas están recogidas en el libro "Cásate y sé sumisa", en el que recoge todos los postulados que la iglesia quiere seguir aplicando en el S.XXI. Este libro sin ánimo de darle publicidad es un reflejo de lo que una “buena” mujer debe ser.

En un documento firmado por Juan Pablo II acusa al feminismo como único culpable de esta confusión de roles y sacrificando el ámbito familiar en favor de la incorporación de la mujer en el mundo laboral.
Para el catolicismo las mujeres son tan inferiores que son incapaces de decidir por si mismas, no son dueñas de su propio cuerpo, por lo que les quita el derecho a decidir si abortan o siguen con su embarazo.
Para ellos la mujer es una mera máquina reproductora, aún a costa de su propia salud.

Una cita del Abad Bernardo de Claraval que definía a la mujer como “sacos de basura”.

Ahora hago una pregunta: ¿Se puede ser feminista y creyente a la vez?

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