domingo, 7 de septiembre de 2014

El papel de las milicianas en la Guerra Civil

No exactamente en pie de igualdad –véase la editorial de LA VANGUARDIA de 10 de enero de 1937-, pero a escasísimos meses de comenzar la guerra, la zona republicana advirtió la carencia que tenía en los mandos medios, así como en el número de soldados (téngase en cuenta que apenas estalló el golpe de Estado, la República licenció a todos los reclutas ante el temor de que fuesen llamados a las filas del bando faccioso).



Es así que se observa cómo la mujer en la zona republicana llega al frente fusil en mano. Aquí vemos en esta imagen –La Vanguardia, 20 de septiembre de 1936- a «Pilar Pérez Llopis, Sargento del batallón de Valencia», según dice a pie de página.


















«La mujer madrileña y la lucha contra el fascismo», así reza la portada del diario barcelonés “La Vanguardia”, a fecha de 27 de enero de 1937.



Madrid no caerá nunca en poder del fascismo. Todo el pueblo, hombres y mujeres, ha sabido formar una barrera infranqueable. Las pruebas de heroísmo se suceden y, al cabo de dos largos meses de asedio, sigue siendo la ciudad invicta que ha de convertirse en tumba de la reacción. He aquí un grupo de milicianas que actúa en el sector del centro.





En el verano de 1936 la figura heroica de la miliciana se convirtió rápidamente en el símbolo de la movilización del pueblo contra el fascismo. Vemos cómo en la cartelería de guerra aparecían mujeres con el gesto heroico. Imagen que contrastaba con la imagen tradicional de la mujer como subordinada.



Esta imagen sin duda alguna rompedora fue utilizada estratégicamente como forma de campaña para hacer que los hombres acudiesen a la llamada, si acaso incluso sintiéndose heridos en su virilidad.



Desde el comienzo, la participación mayoritaria de la mujer fue en la retaguardia (Como dice el editorial de la Vanguardia de 10 de enero de 1937 antes citado: Alguien lanzó la consigna «¡faltan ropas, faltan lavanderas, faltan enfermeras!»; las mujeres la entendieron y abandonaron los arreos castrenses por otros de apariencia más pacífica, pero no menos valerosos»). Sin embargo, un cierto sector de mujeres sí llegó al frente, dispuestas para el combate. Iban al frente ávidas de defender los derechos que habían adquirido en el periodo republicano. Fue el momento de famosas milicianas como Lina Odena, Rosario Sánchez "La Dinamitera", la vasca Casilda Méndez y muchas más. No obstante, incluso en los frentes, existía un marcado grado de división sexual del trabajo ya que normalmente las mujeres realizaban las labores de cocina, de lavandería, sanitarias, correo, de enlace etc. si bien es cierto que muchas lucharon como soldados emprendiendo a menudo acciones de combate.


Pasados, sin embargo, esos primeros meses de euforia revolucionaria, el papel de la mujer fue reorientado de otra manera. La imagen militarista de la miliciana desapareció de los carteles y empezaron a aparecer mujeres en imágenes más tradicionales, dedicadas a las tareas típicas de asistencia social. A partir de ahora, las mujeres fueron las heroínas de la retaguardia, modelo a imitar por todas ellas. Esta imagen llegó a ser un factor importante en las estrategias para movilizar a las mujeres hacia las causas antifascista y revolucionaria. En este ámbito no beligerante, miles de mujeres se lanzaron a esfuerzos bélicos que iban desde trabajar en fábricas de municiones al voluntariado en servicios sociales, campañas educativas, proyectos culturales y actividades de apoyo a los combatientes. Las mujeres pues, desempeñaron un papel decisivo en la resistencia civil al fascismo.



La imagen que encabezaba esta columna, de La Vanguardia, de 27 de enero de 1937, contrasta fuertemente con las dos páginas que contenía su interior, en cuyas imágenes se observa como la gran mayoría de personas que allí se empleaban por la causa de la guerra, eran mujeres.














 La Vanguardia, a 2 de septiembre de 1936: “La mujer y la lucha antifascista”, o cómo ilustrar un diario de la zona republicana con una imagen que bien podría haber ilustrado el “Arriba”.






















27 de Septiembre de 1936: “Ropas de invierno para los milicianos”.


















  • ¿Se utilizó a las mujeres como objeto de cartelería?
  • ¿Hubo milicianas «con la pata quebrada»?
  • ¿Se utilizó a las mujeres como costureras-lavanderas-enfermeras de forma casi exclusiva?
  • ¿La mujer en el frente fue un reclamo? ¿norma o excepción? ¿Se ha idealizado el papel de la mujer en la guerra civil?



Este artículo tiene como única pretensión dar lugar a una reflexión en base a lo dicho, sobre el papel de las milicianas en la Guerra Civil.

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